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¿Fluyes o controlas?

Pese a los avances que he dado en este sentido,  aun, a veces, me descubro intentando controlar cada detalle  en mi vida….no sé si porque  ello me genera una falsa sensación de seguridad, al creer que menos imprevistos me afectarán si he “hecho los deberes”, o porque es lo que me  han inculcado que “hay que hacer” cuando era pequeña.

Los de mi generación y los de la anterior o la posterior, solemos haber recibido una educación bastante férrea y algo estricta. Nos han enseñado a valorar mucho el esfuerzo y todo lo que con él se consigue. La perseverancia y el trabajo duro nos caracterizan, así como un perfeccionismo algo malsano, a veces, al rayar la crítica y el juicio poco constructivo. Este último nos puede llevar a creer que controlándolo todo y minimizando errores,  evitando dejar nada al azar, todo saldrá mejor…. Pero, nada más lejos de la realidad….

Lo cierto es cuando más feliz he sido en mi vida y mejor me han salido las cosas ha sido cuando me he dejado guiar más por mi corazón y por mi intuición, y no tanto por mi cabeza y por lo que me han enseñado que “debería hacer”… es decir cuando he dejado de querer controlarlo todo…

A eso le llamo FLUIR CON LA VIDA. Para mí, ello supone dejarse guiar por las señales que nos ofrece la misma. Si “abrimos ojos, orejas y el resto de nuestros sentidos” comprobaremos que esas señales están ahí para nosotros… para mostrarnos cual es camino adecuado…nuestro camino, el que nos va a hacer crecer y disfrutar al máximo de cada minuto que pasamos aquí.  Siempre hay un hecho que acontece, una palabra de nos dicen o que escuchamos, una persona que aparece para hacernos ver o para mostrarnos lo que necesitamos ver o hacer en cada momento… para hacernos fácil el siguiente paso….

Es lo que algunos llaman “Serendipity”, serendipia, hallazgo fortuito o descubrimiento inesperado  que permite  avanzar por casualidad, coincidencia o accidente, y que a mí me gusta llamar señales.

Esta idea de fluir y de dejarse guiar por las señales que nos ofrece la vida choca diametralmente conla idea de que, solo mediante nuestro esfuerzo, conseguiremos alcanzar nuestros objetivos y que, controlando cada paso que damos, no garantizamos, pero casi, el que todo salga bien.

Pero no te equivoques, con ello no estoy abogando por no hacer nada y dejarlo todo al azar, ni mucho menos… la perseverancia es importante y da sus frutos…

Si te sirve, te regalo una metáfora por la que intentó guiar mi vida y, que, a mí, me funciona: La de una semilla. Para garantizar que ésta crezca sana y fuerte y que se convierta en una bella planta es importante regarla y abonarla periódicamente, y cuidarla.  También hace falta darle tiempo para que desarrolle sus hojas hasta que luzca bonita, frondosa y brillante.  Ahora bien, por mucho que queramos o estemos pendientes  de ella, la semilla no crecerá más rápido de lo que está en su naturaleza y si, en nuestro empeño por hacer que se desarrolle antes, nos pasamos de sol, agua o de abono, la quemaremos o ahogaremos  sus raíces  y la pequeña planta malvivirá e incluso morirá. En su cuidado, lo más inteligente es seguir las señales que ésta nos da, observando el color de sus hojas, su tono, el ritmo de crecimiento, todo lo cual nos dará la pauta de cómo debemos actuar.

Con nuestros objetivos ocurre lo mismo. Hay que dedicarles tiempo, cariño, empeño y ser perseverantes, dándoles el tiempo y el espacio necesarios para que se puedan materializar. También hay que estar atento a las señales que nos ofrecen para determinar si vamos o no por buen camino.

Ahora bien, si en nuestro afán por controlarlo todo, queremos que ocurran ya y nos obsesionamos con ellos o con el modo en el que queramos que ocurran, los que malviviremos seremos nosotros y las que morirán serán nuestra alegría y nuestras ganas de vivir, lo que nos puede hacer tirar la toalla demasiado pronto…

No intentes controlarlo todo…fluye con la vida, escucha sus señales, ve haciendo ajustes en el rumbo durante el camino y dale tiempo al tiempo…no quieras forzar las cosas y la vida te sorprenderá  con muchas maravillas y alegrías, y quizás…. con una frondosa planta, en el  momento adecuado … solo CONFÍA…

 

¿Qué es lo que no va bien en tu vida?…

Recientemente ha llegado a mis manos un pequeño libro, con un precioso cuento de no más de 100 páginas que me hicieron reflexionar… ¿Qué es lo que no va bien en mi vida?

Según su autor, Yoshinori Noguchi,, hay una ley muy sencilla que da solución a todos nuestros problemas y que da título a su libro, con más de un millón de ejemplares vendidos en Japón, “La Ley del Espejo”.

Según esta ley, la realidad de nuestra vida es el espejo que refleja nuestro corazón. A nuestro alrededor ocurren acontecimientos que sintonizan exactamente con nuestro interior, con cómo nos sentimos, comportamos y pensamos.

Si nos llenamos únicamente de insatisfacción, cada vez ocurrirán más acontecimientos que expresen este descontento. Pregúntate, por ejemplo…¿hay alguien a quien no puedas perdonar? ¿Criticas interiormente a alguien?…

Y, por el contrario, si nuestro corazón siempre está lleno de agradecimiento, ocurrirán más acontecimientos que nos harán sentir más agradecimiento.

“Mira lo que ocurre en tu vida y descubrirás lo que tienes en tu corazón”dice el autor.

Y si después de mirar, no te gusta la imagen reflejada en el espejo ¿Qué puedes hacer?

Imagínate que te ves demacrada o despeinada… Por mucho que extiendas la mano para peinarte o maquillarte ¿verdad que no lograrás cambiar la imagen en el espejo?

Solo si lo haces directamente en tu cabeza podrás arreglarlo, ¿no?

Pues algo similar ocurre con los problemas que nos ocurren…hace falta eliminar la causa que los genera dentro de nuestro propio corazón…sino no lograremos erradicarlos definitivamente o, si, por un momento, logramos hacerlo,  acabarán  volviendo…

Si te animas a mirar en tu interior y a cambiar tu imagen en el espejo, por favor, no dudes en ponerte en contacto conmigo en el siguiente enlace

Posibles bloqueos sistémicos a la fertilidad

Todos formamos parte de un sistema

Vivir en sociedad implica pertenecer a diversos grupos (familia, amigos, compañeros de trabajo, barrio, localidad, ciudad, país…) cada uno de los cuales conforma un sistema único de relaciones interpersonales.

A lo largo de nuestra vida vamos ejerciendo roles o papeles diferentes en dichos grupos o sistemas (hija, esposa, madre joven, madre madura, abuela…, amiga, profesora, compañera…) lo que va conformando, progresivamente, nuestra identidad.

De entre todos los sistemas, la familia  es considerada como el primer sistema social (Belsky, 1997; Moreno y Cubero, 1990; Schaffer, 1989) y, como tal, las interacciones o roles que definen nuestras relaciones familiares, las vivencias y las experiencias acontecidas en el seno familiar son las que más afectan y marcan nuestra personalidad e identidad.

Por todo lo anterior, en casos de esterilidad o infertilidad es recomendable revisar nuestra historia familiar y personal, desde el punto de vista sistémico, para determinar si existen circunstancias que puedan estar afectando negativamente a nuestra posibilidad de tener descendencia. Algunas  de ellas pueden ser:

  • La falta del padre o madre en el sistema familiar. Ya sea debido al fallecimiento, a un abandono, a una separación, a un divorcio o a que un progenitor haya evitado el contacto de sus hijos con el otro progenitor. La teoría sistémica no acepta la existencia de espacios vacíos y afirma que el sistema acaba alcanzando el equilibrio de algún modo. Esto puede ocurrir mediante la repetición, es decir, en el caso de la hija, que ésta repita el esquema que vivió, excluyendo, por ejemplo, a algún hombre en su vida futura o, por oposición, es decir, siendo ella excluida como mujer, bien sea en una pareja o como madre para un futuro hijo. Ello puede deberse a que el progenitor que queda suele parentalizar a la hija pidiéndole se convierta en sustituta del progenitor fallecido o ausente, abrumándole con excesivas responsabilidades.  Esta suele acabar desempeñando roles paternos o maternos que en realidad no le corresponden, como pudieran ser la manutención,  la autoridad o la responsabilidad y maternaje de sus hermanos, que pueden llegar a impedir que asuma nuevos roles en pareja o en un sistema conyugal, como los de esposa y madre.
  • Cualquier tema vinculado con la vida o la muerte no resuelto, como por ejemplo la muerte de alguna madre en el parto en la historia familiar; el fallecimiento de algún bebé en la familia al momento de nacimiento o en su primera infancia.; los abortos (naturales o espontáneos) que hayamos experimentado, ya sea con nuestra pareja o con parejas previas, así como lo experimentados por nuestra madre; cualquier tipo de responsabilidad en un fallecimiento o cualquier duelo no bien elaborado. Respecto al duelo, no existe consenso acerca de cuál es la duración normal en adultos, que variará dependiendo de la naturaleza de la pérdida y de la relación que hubiéramos mantenido con el difunto.  Muchos autores consideran normal una duración entre uno y dos años y otros hablan de, incluso, cuatro. Ahora bien, un duelo no adecuadamente elaborado puede provocar que revivamos la pérdida años después.  Los niños son un grupo un grupo especialmente vulnerable, en este sentido, dado que no cuentan con un desarrollo cognitivo adecuado para comprender el hecho ni con las habilidades sociales y personales necesarias para enfrentarse a los sentimientos provocados por la pérdida. Todo ello manejado por un predominio del pensamiento «mágico» hace que puedan llegar a sentirse, incluso, causantes del evento.
  • Problemas o cuestiones con las mujeres de nuestra familia. Sea porque las rechazamos o renegamos de ellas de alguna manera. En este sentido, como ya hemos comentado en otro post, la calidad del maternaje recibido puede acabar condicionando nuestra futura maternidad. 

Si te ves reconocida en alguno de los casos anteriores te animo a que sanes la situación, a que ocupes el lugar que deseas y que te corresponde en el sistema como responsable de tu propio destino. Permítete continuar con tu vida y conectar con la posibilidad de dar la vida, que es lo que garantiza la continuidad del gran sistema al que pertenecemos.

Sana a tu niñ@ interior…

La infancia es una etapa de grandes aprendizajes…Es la fase de nuestra vida que más condiciona  nuestro carácter y en la que se sientan las bases de nuestra personalidad.

Las experiencias que vivimos de niñ@s, cuando nuestro cerebro es aun un lienzo en blanco, fomentan en nosotros ciertos valores, forjan nuestras creencias,  tanto potenciadoras como limitantes, desarrollan nuestros hábitos y comportamientos así como la mayoría de las capacidades y habilidades que utilizamos de adultos.

Como parte de estas experiencias, tod@s hemos vivido situaciones en las que nos hemos sentido heridos, ya fuera física o psicológicamente.

Esas heridas, sufridas durante la infancia, quedan, en su mayoría, sin curar.  Las que no siguen abiertas se acaban cerrando mal dejando una dolorosa y fea cicatriz, provocando en nosotros sentimientos de:

  • Rabia, que trata de defendernos aquello que no pudimos evitar cuando éramos pequeños y que solemos canalizar en dos sentidos: Hacia fuera, hacia terceros, a los que solemos ver como responsables de nuestros problemas, o hacia dentro, hacia nosotros mismos. Esta última, más difícil de ver, puede derivar en enfermedades, fruto de la autocrítica, juicio, exigencia o perfeccionismo extremos, del autocastigo o de un intento de atraer la atención que no recibimos de pequeños;
  • Culpa e incapacidad, por no haberlo hecho de otro modo para evitar haber sido heridos, abandonados, agredidos o no amados; y
  • Tristeza o vacio, que solemos intentar llenar ya sea con trabajo, deportes extremos, cosas materiales u otras adicciones.
  • Miedo, que intenta protegernos bloqueándonos e impidiéndonos avanzar para evitar que volvamos a vivir una situación similar.

Tod@s  hemos tenido estos sentimientos en alguna ocasión.  De lo que lo que no todo el mundo es consciente es que gran parte de estas heridas, se quedan en el inconsciente…condicionando a diario nuestras acciones y reacciones…Si las éstas son grandes, nuestras emociones pueden acabar condicionando, entre otras cosas, nuestras relaciones de pareja y familiares y, nuestra maternidad y paternidad.

Solo nosotr@s podemos sanar y cubrir las necesidades que no fueron atendidas, de pequeños…y acabar curando esas heridas.  Para ello hemos de estar dispuest@s a reabrirlas y a limpiarlas, aunque ello pueda provocar en nosotr@s algún malestar….pero sin duda la recompensa es enorme y maravillosa…

Si te animas a sanar las heridas de tu niñ@ interior, por favor haz click en el siguiente enlace.

¿Y si tuvieras una bola de cristal?

Imagina, por un momento, que tuvieras en tus manos una bola de cristal que te permitiera ver el futuro… Imagina, también, que solo pudieras echar un vistazo rápido y que solo dispusieras de una única posibilidad para observar…

Tras darle muchas vueltas, decides preguntarle a la bola cómo será tu vida dentro de veinte años…ya que crees que lo que verás supondrá más una oportunidad que un riesgo para ti…

Observas detenidamente y ves con tristeza que, finalmente, no hay ningún hijo o hija en tu vida…que nunca serás madre…

Sin embargo, contrariamente a lo que pudieras pensar, te embarga la alegría y disfrutas de una vida feliz y totalmente plena…te sientes totalmente realizada, personal y profesionalmente.

Por favor, no dejes de leer y permítete conectar con esa posibilidad…

Ahora, responde sinceramente… si ese fuera el caso ¿qué estarías haciendo?, ¿qué proyectos estarías desarrollando?, ¿qué sería diferente en tu vida?, ¿qué sueños que ahora estas postergando, quizás por miedo, por falta de autoestima o por no creer suficientemente en ti misma, habrías logrado llevar a cabo?, ¿qué deseos o necesidades, que ahora estas dejando de lado en tu camino hacia la maternidad, habrías decido escuchar?

Te invito a que te des unos minutos para responder, antes de seguir leyendo…

Mi experiencia, y la de muchas personas con las que he hablado y he trabajado, me dice que, solemos posponer o procastinar, demorar, retardar o retrasar aquello que nos da miedo o que no sabemos cómo llevar a cabo. Aun no siendo felices, nos apegamos a lo conocido, a lo cercano, lo que no nos supone un esfuerzo… Mantenemos relaciones que no nos llenan, nos dejamos la vida en trabajos que no nos gustan, buscamos satisfacciones y placer en cosas efímeras, o nos hacemos dependientes de personas, sustancias, emociones… por no escuchar realmente lo que queremos y no conectar con nuestro propósito en la vida… con aquello que solo nosotros hemos venido a hacer a este mundo…

Creo sinceramente que todos somos especiales y tenemos algo que hacer aquí, algo que aportar… sin embargo, la gran mayoría no lo sabemos o se nos olvida… nos movemos día a día por inercia, sin darnos cuenta que la vida es corta y que solo tenemos una oportunidad para disfrutarla y para alcanzar nuestro propósito.

Un hijo o una hija, es un regalo maravilloso que la vida nos brinda para ayudarnos a mejorar, a ser mejores personas, a superar nuestras limitaciones o a aprender, pero no es un propósito en sí mismo… puede incluso convertirse en una excusa para no salir de nuestra zona de confort. Podemos llegar a pensar que la maternidad cubrirá esa necesidad que muchas tenemos de ser útiles y de aportar, o podemos pretender vivir la vida que queremos a través de nuestr@s hij@s..… pero lo cierto es que eso, como mucho, retrasará la sensación de haber dejado nuestro propósito atrás…

Te animo a que, sin dejar de lado tu sueño de Ser Mamá, te pongas desde hoy manos a la obra y empieces a trabajar en los objetivos que has dejado desatendidos en tu camino hacia la maternidad. Conecta con todo lo grande y especial que hay en ti… con ese propósito, con lo que has venido a hacer aquí y que no lo dejes pasar… conéctate, de nuevo, con la vida…. No solo te sentirás mejor y más plena, sino que, he comprobado que “la vida atrae a la vida”, y si conectas con tu propósito, puede que tu regalo este a la vuelta de la esquina…  eso es lo que me ocurrió a mi…

Si te gustaría que te ayudase en este camino, por favor no dudes en ponerte en contacto conmigo haciendo click en el siguiente enlace.

El monstruo de la sandía

 Un viajero iba atravesando una extensa y árida llanura. Llevaba cabalgando toda la mañana y se sentía sudoroso, cansado y hambriento. Observó cómo el sol empezaba a ponerse en el horizonte, entre las montañas, y se preguntó donde podría encontrar un sitio para descansar y pasar la noche. Llegó, finalmente al término de la llanura y mirando fijamente hacia abajo, en lo profundo del valle, le pareció distinguir una aldea remota, con el humo de las chimeneas evolucionando despreocupadamente sobre el cielo del atardecer.

Urgió a su caballo a bajar por el sendero que conducía al fondo del valle. Ya le parecía estar disfrutando de la bebida fría que apagaría su sed y del sabor de las delicias de la localidad, así como de la buena compañía.

Cuando llegó a las afueras de la aldea, ésta parecía estar desierta. Había una sola calle con casas y unos pocos comercios a cada lado. Pero a través de la neblina de la tarde pudo distinguir vagamente cierta actividad al otro extremo del vecindario. Urgió a su caballo en esa dirección y advirtió que los aldeanos estaban reunidos en torno a una valla que rodeaba un campo. A medida que se acercaba pudo escuchar los gritos nerviosos de la gente. Cuando le vieron, le suplicaron: “Ayúdenos, señor, sálvenos del monstruo”.

El viajero miro al campo y solo pudo ver una enorme sandia. Los aldeanos le gritaban “por favor, sálvenos señor, es un monstruo que esta a punto de atacarnos!”. El viajero les dijo: “Pero, si es solo es una sandia”. Los aldeanos le gritaban: “Es un monstruo”. El viajero replicó: “Es una sand….” Pero antes de que pudiera acabar, los enfurecidos aldeanos le bajaron del caballo y le arrojaron a una charca. Después, le ataron al caballo que fustigaron hasta hacerle desaparecer de la aldea.

Aproximadamente media hora más tarde, otro viajero iba siguiendo penosamente las huellas del otro jinete. El sol había seguid bajando en el horizonte y aun sentía más sed y hambre que el anterior. También soñaba despierto con la deliciosa bebida y la exquisita cocina de la región.

Bajó serpenteando la ladera del valle y llegó a las afueras de la aldea. Vio allí a la multitud agitándose y gritando junto a la valla.

¿Cuál es el problema?, preguntó. “Mire, un monstruo verde y feroz está a punto de atacarnos”, respondieron los aldeanos. “Así es”, dijo el viajero. “Es enorme y ciertamente muy fiero. Permitid que os ayude.”

Sacó su espada, espoleo a su caballo, saltó la valla y en menos que canta un gallo los trozos de sandía volaban por todas partes. Los aldeanos cubiertos de restos rojos de fruta y de pepitas negras, daban vítores y aplaudían enfervorizados. Pasearon al viajero por toda la aldea y le invitaron a quedarse todo el tiempo que quisiera. Le alojaron en la mejor habitación del hotel, con todos los gastos pagados, le sirvieron la mejor comida y le ofrecieron los mejores vinos de la región.

A cambio el viajero les escuchó y aprendió su cultura, su historia, sus relatos y su estilo de vida. Poco a poco se fue ganando la confianza de esas gentes y empezó a hablarles de su cultura, de su historia, sus relatos y su propio estilo de vida. Y amable y delicadamente, les enseñó a diferenciar entre un monstruo y una sandia. Algunos aldeanos, con el tiempo, se decidieron a plantar sandias en sus campos. Y cuando, al viajero, le llegó, finalmente, la hora de partir, pasó junto a hileras de enormes sandías esperando para ser cosechadas.

Un aldeano que le vio se acercó y le dijo: “Muchas gracias señor. Nos has enseñado muchas cosas. Y nos has enseñado a domar la sandía y hacer que trabaje para nosotros”.

A lo que el viajero respondió: “Tenéis efectivamente unas sandias magníficas. Pero no olvidéis jamás que incluso las sandías pueden, a veces, ser monstruos”.

Fuente: Cristina Hall. Relato incluido en el libro “La magia de la metáfora”. Nick Owen (2003).

Este relato nos enseña que no todos percibimos la realidad que nos rodea del mismo modo. Para algunos los monstruos acechan a la vuelta de la esquina, mientras que otros solo ven sandias en su lugar. Las creencias que nos han inculcado desde pequeños han marcado nuestro modo de interpretar el mundo y pueden estar condicionando nuestro modo de actuar y de pensar. Inconscientemente, emociones como el miedo y la culpa pueden estar bloqueando nuestra capacidad para avanzar y para conseguir nuestras metas y objetivos, llegando, incluso, a afectar a nuestro cuerpo y a causarnos alguna enfermedad…. aun cuando los monstruos que imaginemos no sean reales.

A veces necesitamos que alguien que perciba la realidad desde otro punto de vista, nos ayude a hacer que los monstruos, nuestras creencias y emociones limitantes, se conviertan en sandias y que trabajen en nuestro beneficio.

No todo el mundo está preparado para acompañarnos en este camino. Sólo los que han pasado por ello y han acabado con sus monstruos pueden hacerlo de manera efectiva y pueden entender lo duro que resulta cambiar y el tiempo que requiere para ver sus frutos…. Con todo, lo importante es que, si tú quieres, puedes acabar con tus monstruos y convertirlos en sandias.

Si quieres empezar te animo a que lo hagas acabando con algunas de tus creencias limitantes haciendo click en el siguiente enlace

Visualizaciones e Hipnosis, ¿Me pueden ayudar?

A pesar de los malos entendidos divulgados por los magos de teatro, que hacen uso de técnicas hipnóticas, mezclándolas con trucos de magia, la hipnosis ha estado presente, desde siempre, en las universidades de medicina y en muchos hospitales y clínicas de todo el mundo.

En estado de trance, contrariamente a la imagen que tenemos de la hipnosis, las personas no pierden la conciencia, no son sometidas o dirigidas, ni pierden el control sobre sus actos. Mediante la hipnosis no es posible “manipular”, “reprogramar”, acceder a partes inconscientes oscuras o hacer aflorar recuerdos traumáticos acontecidos, en mayor medida de lo que lograríamos en cualquier conversación habitual.

En realidad el trance es un estado natural que todos experimentamos durante ensoñaciones diurnas, o cuando meditamos, y que facilita el acceso intuitivo a sueños, símbolos y otras manifestaciones inconscientes. En este estado de focalización de la atención consciente, se produce una disociación momentánea que permite acceder a nuestras habilidades inconscientes, aunque éstas sean consideradas habitualmente inaccesibles. De este modo, conectamos con nuestra voz interior y accedemos a lo que Erickson denominaba “aprendizaje inconsciente”.

Lo interesante de la hipnosis es que las últimas investigaciones con neuroimagenes han demostrado que los sucesos y acciones que experimentamos en estado de trance son percibidos por nuestros circuitos neuronales como reales. Así, la visualizaciones y trances hipnóticos crean en nuestro cerebro una «huella neuronal», es decir, un recuerdo de haber vivido esta experiencia. Conscientemente sabemos que no ha sido así, pero nuestro inconsciente no notará la diferencia….lo que ¡LA HARÁ POSIBLE  MÁS FÁCIL Y RÁPIDAMENTE!

Cuanto más logremos acceder a nuestro inconsciente, más huellas neuronales generaremos, o más profundas, y más efectivos serán los cambios que experimentaremos.

Ahora bien, la hipnosis, es efectiva para promover cambios psicológicos o de comportamiento, pero ¿puede favorecer también cambios a físicos?

Como ya anticipábamos al principio de este post, la hipnosis médica se utiliza en numerosos hospitales y clínicas de todo el mundo y se estudia en la mayoría de las universidades de medicina en el ámbito sajón. En Bélgica y en Francia se emplea a menudo, si el paciente lo desea, como anestesia psíquica o como coadyuvante de la anestesia química.

En España se está utilizando en la Unidad del Dolor del Hospital Universitario de Tarragona (tratamientos de fibromialgía con autohipnosis), en la Unidad del Sueño de la Clínica Rubber de Madrid, y en Oncología, por un grupo de voluntarios, en el Hospital la Paz de Madrid.

Existen muchos estudios acerca de su eficacia, pero, en la actualidad, el estudio más exhaustivo ha sido realizado por la Clínica Mayo, una de las más importantes organizaciones clínico-sanitarias de Estados Unidos. En este estudio, “Hypnosis in Contemporary Medicine”, publicado en el año 2005, apoyándose en estudios publicados en las revistas Nature, Science, Oncology, todas ellas revistas médicas de alto prestigio, se establece una larga lista de condiciones y 19 patologías médicas en las que se ha demostrado la eficacia de la hipnosis y para las que se recomienda su uso (Alergia, Anestesia para alivio del dolor, Anestesia para cirugía, Dermatología, Gastroenterología, Recuperación postoperatoria, Hematología, Hipertensión, Neurología, Obesidad, Obstetricia, Oncología, Otorrinolaringología, Neumología, Reumatología, Fibromialgia, Cirugía y Urología).

Los resultados son claros y sus efectos, muy reales. ¿Te animas a vivir esta experiencia?

Descárgate la visualización guiada “Conecta con tu Maternidad” y deja que tu cuerpo y tu mente experimenten con la sensación de la maternidad.

Como dijo Henry Ford “Si crees que puedes, tienes razón, si crees que no puedes, tienes razón.”

El vacío interior

 Me atrevo a afirmar que todas y cada una de nosotras hemos experimentado en algún momento de nuestras vidas una profunda sensación de vacío interior.

En la mayoría de los casos intentamos llenarnos de cosas, experiencias o personas, externas a nosotras y que, momentáneamente, ayudan a paliar esta sensación.

Muchas solemos recurrir al consumismo o las compras, a la comida, a la bebida, al alcohol, a las drogas, a la práctica de deportes de riesgo, a perpetuar relaciones tóxicas y dependientes…en fin, a cualquier cosa que nos aleje de ese vacío que parece no llenarse con nada. Cualquier cosa con tal de no sentir ese vacío… con tal de no sentirnos así…

He conocido a muchas mujeres que creen, que ese vacío desaparecerá, cuando cambien de trabajo, o tengan un jefe o un salario mejor, cuando encuentren pareja, cuando tengan el coche último modelo, o puedan comprarse la ropa o los zapatos de tal diseñador… o cuando logren tener un bebe en el que puedan volcar su atención… Reconoco, que en ocasiones, yo lo he creido también…

Lo que no nos damos cuenta es que nada de lo anterior llenará ese hueco, ese vacío…

Ese espacio solo podemos llenarlo nosotras…solo podemos llenarnos de nosotras mismas…

Conseguirlo implica un descubrimiento, un viaje interior que nos hará transitar por caminos desconocidos y que nos hará salir de nuestra zona de confort…Ello requiere de un esfuerzo y un compromiso por nuestra parte, pero la recompensa es, sin duda, maravillosa.

Vivir en paz, armonía, en absoluta conexión con nosotras mismas y sobre todo en plenitud. Disfrutando de cada minuto de nuestras vidas…

Buda dijo que “Un camino de mil pasos empieza por uno solo”

 Si en algún momento te has sentido así, ¿te atreves a cambiar de actitud?

No lo dudes … te garantizo que el resultado merece la pena…

Da el primer paso hoy mismo haciendo click en el siguiente enlace.

«La Biografía Humana»

En su libro, recientemente publicado, «La biografía humana» (2015) la afamada escritora y terapeuta argentina, Laura Gutman, habla de cómo tod@s, necesitamos abordar aspectos de nuestra biografía particular, que están aún escondidos, ya sea por miedo, por inmadurez o por falta de decisión y que  suponen una fuente permanente de problemas en nuestro día a día. Afirma que si somos capaces de sacar a la luz estos aspectos que no vemos aun, y que, sin embargo, nos condicionan inconscientemente, podremos evitar las enfermedades, lo conflictos o sufrimiento que estos problemas conllevan.

Para ello propone utilizar la metodología de la biografia humana. Esta supone empezar a preguntarnos, partiendo de nuestra infancia, para descubrir y desactivar las creencias limitantes que nos han inculcado, más exactamente, lo que denomina, los discursos engañados, como el discurso materno. Según la autora, éste, aun cuando no se correspondiera con la realidad, lo hemos asumido como propio, por «lealtad emocional» hacia la persona de la que dependíamos cuando éramos pequeños, para ser amados.

Lo que implica que todos nuestros recuerdos, vivencias, experiencias e interpretaciones de esas vivencias se establecieron en base a lo que alguien nos dijo y a las creencias que alguien nos transmitió. Ese alguien en la mayoría de los casos es nuestra madre, o, en su caso, la persona más importante con la que nos vinculamos durante nuestra  infancia.

Es responsabilidad nuestra abordar las propias experiencias infantiles desde nuestra realidad interna, es decir desde el punto de vista del niño o de la niña, y no desde el punto de vista de la madre, que por muy bienintencionado que fuera, podría ser erróneo.

Solo así sacaremos a la luz las frustraciones, la soledad, los miedos, la inseguridad, las necesidades y deseos no atendidos del niño o de la niña, que siguen condicionándonos inconscientemente como adultos.

 De no ser así, la autora afirma que estaremos delegando en nuestra descendencia una serie de adicciones y violencias invisibles que a su vez enfermarán, confundirán y serán fuente de problemas para próximas generaciones.

 Si crees que tus creencias pueden estar condicionando de algún modo tu vida y tu maternidad, te animo a que hagas click en el siguiente enlace.

 Si deseas iniciar un proceso de Coaching que te permita desactivar esos discursos engañados y que te permitan vivir la vida que deseas, por favor, no dudes en ponerte en contacto con nosotros haciendo click en el siguiente enlace.

Como salmones nadando a contracorriente…

Hay muchos peces en el mar y parece que las que hemos vivido o estamos viviendo algún problema de infertilidad, nos ha tocado ser salmones.

Estos maravillosos peces pasan su juventud en los ríos, para posteriormente nadar hacia el mar donde se desarrollan y pasan la mayor parte de su vida adulta. Cuando han madurado regresan al río donde nacieron para reproducirse e iniciar el proceso de desove y fertilización de los huevos.

Este difícil viaje, conocido como la carrera del salmón, en una de las migraciones más extremas del reino animal, que, a veces, requiere nadar cientos de kilómetros río arriba contra las corrientes y rápidos. Los salmones utilizan toda su energía en los rigores físicos del viaje, que puede ser agotador, y en completar las transformaciones morfológicas necesarias para desovar con éxito. Dejan incluso de alimentarse durante la carrera, mientras hacen frente a números peligros: aguas turbulentas, rápidos, riscos y todo tipo de depredadores.

Muchos mueren en el intento, dudan o abandonan, dejándose llevar por las aguas que los conducen de nuevo al mar. Solo los que tienen el firme propósito de ser fecundos y creen firmemente en que lo lograrán, siguen adelante hasta alcanzar su destino, sacando fuerzas para luchar contra corriente.

Si te sientes un poco salmón, no te dejes llevar por la fuerza del agua. Descubre cómo podemos ayudarte a nadar río arriba haciendo click en el siguiente enlace.

¡¡¡El premio esta esperándote!!!